RESEÑA,
del escritor DANTE ALARIDO:
“Buenas
tardes, vengo a secuestrar un avión con mi pintauñas morado”. Con esta
declaración de intenciones arranca Aeropuerto, y no se desvía ni un
milímetro hasta llegar a su destino. Al principio, “su timidez provoca
ternura” y al final no es distinto, pero para entonces ya tendrás ganas
de abrirla en canal para saber cómo es por dentro.
Aeropuerto y otros versos nace de la complicidad que se teje entre los
desconocidos que esperan cosas distintas en un mismo lugar. La
complicidad de la espera, que es más intensa en andenes, estaciones y
escalas interminables en terminales de altos techos. La complicidad
tangente a la marcha y al regreso, a la nostalgia y la euforia con que
nacen todas las esperanzas. Y sobre esa complicidad se fertiliza una
intimidad fortuita, se moldea una burbuja en la superficie frágil de la
cual se mezclan los reflejos de la rutina colectiva, de la obscena
normalidad, con los fogonazos de asombro con que el destino, encarnado
en lo casual, termina por cambiarle la vida a uno. Aunque sólo sea
durante la brevedad que es capaz de encerrar la superficie de esa
burbuja, el deseo oscuro y veraz de “arrebatar al presente lo que nos
pertenece” impregna cada una de las piezas de un poemario que se
desliza con sencillez entre las flores y el lobo que -siempre- se
esconde tras ellas. Aeropuerto es el mapa y Otros versos son cada una
de las cruces bajo las cuales Belén Almendro halló un tesoro.